Ruta a pie por el Barranco de San Blas
  • Subimos por el límite de la huega entre Robres y Senés, por un paisaje donde domina el romeral, y entre él nos encontramos algún ejemplar de carrasca (encina) de tamaño pequeño. Quizá nos acompañen en nuestro paseo las coculladas (cogujada común), aves muy ligadas al suelo donde construyen sus nidos, y los cudiblancos (collalba gris).
  • El camino nos lleva hasta un repetidor, pero a partir de entonces hay que ir por donde buenamente se pueda; aunque merece la pena llegar hasta allí.
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  • Al llegar a lo alto del cerro, nos encontramos con la ermita de San Blas, completamente en ruinas, pero aprovechada por numerosas especies de aves para construir sus nidos. Por allí vemos una colonia de grallas de patas royas (chovas piquirroyas), que sale estrepitosamente con la llegada de algún rapaz, como puede ser el águila real.
  • Tras observar las vistas impresionantes que desde allí se obtienen descendemos por la cara norte del cerro, campo a través, hasta llegar al barranco de San Blas.
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  • Es un barranco que recoge el agua de un amplio sector de la sierra y que cuenta con una vegetación de tamarices, algunos sauces y pequeñas manchas de carrizo en sus remansos. El agua torrencial de las tormentas, ha excavado, en ocasiones, una profunda hendidura en los derrubios, dotándolo de taludes casi verticales, donde se aprecian los recovecos y los nidos de las grallas. En sus proximidades es fácil ver al aguilucho lagunero volando encima de los carrizos. También algún críalo te sorprende de repente con su ágil vuelo posándose en la espesura del tamarigal.
  • Recorremos este barranco, de modo que vamos bordeando el cerro de la ermita de San Blas, hasta llegar a su cara norte, y volvernos a encontrar de nuevo en el barranco de Escorihuela.